El siglo XIX comprende, en lo cultural y literario, dos grandes movimientos: el Romanticismo, por una parte, domina en la primera mitad del siglo, y surge, en principio, como una reacción contra la estética neoclásica y el racionalismo dieciochesco. El Realismo y el Naturalismo, por otra, abarca la segunda mitad del siglo, y reacciona a su vez contra los excesos del subjetivismo y las explosiones de sentimiento de los románticos, para centrar su atención en la descripción objetiva y crítica de la realidad.
El Romanticismo surge cuando los ideales ilustrados entran en crisis y empieza a ponerse en duda no tanto su validez como las posibilidades de llevarlos a la práctica. Esto da lugar a una reacción que se manifiesta en dos tendencias diferenciadas: un Romanticismo liberal, revolucionario, abanderado de la libertad y un romanticismo menos exaltado que se conforma con vivir en una dulce melancolía. José de Espronceda, rebelde y libre, y Gustavo Adolfo Bécquer, con su poesía plagada de símbolos, representan estas dos tendencias. Junto a ellos estudiaremos a Rosalía de Castro, como poetisa del Rexurdimento, la novela histórica, los artículos de Mariano José de Larra; y el teatro del Duque de Rivas (Don Álvaro y la fuerza del sino) y el de José Zorrilla con su Don Juan Tenorio.
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ANEXO I. Tipos de estrofas y figuras retóricas.
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